lunes, 22 de junio de 2009

Año I

El pasado lunes 15 se cumplió el Año I. El primer año desde que tomé la, hasta ese momento, decisión más arriesgada que había tomado en toda mi vida, la decisión que ha marcado el desarrollo de mi vida para convertirla en lo que es hoy. La decisión que, además, se ha demostrado ha sido la más acertada, la más coherente y la mejor que he tomado en mi vida. Porque el lunes se cumplió el Año I de nuestra vida juntos. Por eso este post, mi vida, mi luz, es para ti.

Casi no tengo recuerdos tuyos de la primera vez que nos vimos, en la EC de Himring del 2007 (ya sabes que me sorprendió muchísimo cuando me mandaste aquellas fotos que nos hiciste a Cebadilla y a mí en la cena de gala, no tenía recuerdos de ello), aunque supongo que la “culpa” fue de la intensidad con que lo viví todo, las ganas de quedarme con todos los detalles, la cantidad de gente que conocí esos días (y lo que me costaba relacionarme con gente que acababa de conocer también), ... y también mi pésima memoria (y mi memoria para recordar gente y asociar caras y nombres aún es peor que la memoria para el resto de las cosas ...). Lo cierto es que sabes que no tenía recuerdos tuyos de mi primera EC ...

Pero sí recuerdo perfectamente la Mereth de Lórien del 2008 y cada momento que compartimos, que fueron muchos, muy bonitos, inolvidables y totalmente cómplices. Supongo que podemos decir que fue en la mereth cuando realmente nos conocimos, ¿no? En la Comarca ... Recuerdo llegar a la estación de Juneda y a Jordi, a Elena y a ti venir a buscarme; fui la primera de los asistentes en llegar y, por problemas de última hora con el anterior grupo que había estado en el lugar de la mereth, no habíais podido terminar de acondicionar toda la decoración y estabais trabajando en ello cuando llegué. Recuerdo que no podía estarme quieta sin hacer nada cuando todos estabais tan atareados moviéndoos de un lado a otro colocando cosas aquí y allá y que me puse a ayudar a Cebadilla a colgar estandartes, cosa que también estabas haciendo tú. Y lo hicimos los tres juntos. Y fue un buen trabajo. Y así surgió el Grupo de Ingenieros de Cordeles y Estandartes ¿te acuerdas? Recuerdo que pasamos casi toda la mereth juntos, hablando, riendo, incluso consolando mis lágrimas ... Recuerdo la primera intemporal hasta que me quede dormida, hablando primero y después alrededor de tu PSP (por cierto, aún no he visto terminar la peli). Recuerdo la cena de gala, cantarte el cumpleaños feliz, la hoguera alrededor de la que formulamos nuestros deseos (fue un momento mágico y muy bonito, pero a la vez muy duro para mí, pero estabas allí, a mi lado, sosteniéndome, junto con Cebadilla al otro lado). Recuerdo el último día, la última comida, la despedida, recoger las cosas y descansar tirada en el suelo recostada en ti. Recuerdo que me llevaste a Lleida a coger el AVE ... Que me acompañaste hasta dentro de la estación.

Y recuerdo perfectamente el mes posterior, cómo cada día, eras la única persona con la que me apetecía hablar, cómo te echaba de menos, a pesar de todos los “líos mentales” que se me pasaban por la cabeza en esos momentos. Cada día sentía que te necesitaba más y más, que te echaba más de menos, y no entendía por qué. Era algo tan extraño ...

Y después dimos el paso. Nos costó, me costó, me costó mucho, porque me daba mucho miedo. Lo reconozco, estaba terriblemente asustada. Creo que no he estado más asustada en mi vida que el día que me pediste salir. Me daba miedo todo: la diferencia de edad, la distancia, no poder darte todo lo que te merecías, mis inseguridades de toda la vida, ... Pero poco a poco tú fuiste haciendo que todos esos miedos desaparecieran. Me hiciste ganar confianza en mí, en ti, en nosotros. Y la vida cambió. Me cambiaste la vida, cariño.

He disfrutado este año como ningún otro, a pesar de los malos momentos (que también los ha habido, especialmente dos muy duros y dolorosos, uno a los dos días de empezar a salir y el otro a mediados de septiembre) que gracias a Eru han sido pocos y contigo a mi lado han sido mucho menos malos. Recuerdo cada momento vivido a tu lado como si hubiera ocurrido el día anterior, de una forma tan clara y vívida que hace que la distancia apenas si exista. Recuerdo el primer fin de semana que pasamos juntos en Canet, en el puente de agosto del año pasado, como algo maravilloso, la primera vez que estábamos juntos. Los poquitos días de vacaciones de septiembre, cuando conocí a tus padres (¿recuerdas lo nerviosa que estaba?). La EC en octubre, días mágicos compartiendo la afición común que nos unió (y la presentación allí mismo a mis padres, aquél “Papá, mamá, este es Joan, mi novio”, que no se lo esperaban, y que Altáriel tan apropiadamente describió como “Zas, en toda la boca”). Las navidades en casa, con la visita a la Star Wars Exhibition (compartir frikismo en pareja refuerza la relación :D), o con la visita a la prima a Segovia, o con la salida en Nochevieja con mis hermanos y mis primas, o el día de reyes desenvolviendo regalos y jugando a la recién estrenada wii. Las vacaciones post-exámenes de febrero, aprendiendo a desenvolverme sin perderme por Barcelona y yéndote a buscar al trabajo, o el día compartido con los Brujis y el cumple de Manu, o las cervezas y cena post-conferencia de Gimli. La Semana Santa (blanca Semana Santa), con esa nevada que nos cayó en Segovia, con la prima y Boro, en el hostalito, y la comida en el Foster’s con la gente del Legado (sí, lo mejor sin duda fue la compañía). Y en mayo, el puente de san Isidro, esos tres días cortitos pero tranquilos, de cine y paseos, y el Games Day ... ¡chicoz, chicoz y más chicoz, y pizoteadorez! (sí, marines también, vale, pero yo tenía razón, Vulcan no estaba :P) ¡Y la zanahoria psicópata!

Y los muchos días que vendrán ... Empezando por la Mereth Tol Andaer al mes que viene J

Y todo esto para darte las gracias, mi vida, por este año a tu lado, por quererme, por mimarme, por consentirme, por achucharme, por hacerme reír, por animarme y apoyarme, por ser tú, por formar parte de mi vida, por dejarme ser parte de la tuya, por dejarme quererte. Porque todos los días doy gracias porque aparecieras en mi vida, porque eres lo más maravilloso que me ha sucedido nunca y te quiero con toda mi alma.

Gracias por un año maravilloso. Y por los que vendrán.


¡T’estimo, Dragón!