jueves, 3 de enero de 2008

Brindemos por el Profesor

Tal día como hoy de hace 116 años (3 de enero de 1892), nacía en Suráfrica John Ronald Reuel Tolkien. Por eso yo hoy brindo por él. Me gustaría escribir algo sentido de verdad, algo que demostrara todo lo que ha supuesto en mi vida, pero no soy capaz, su grandeza me bloquea. Sólo puedo decir que brindo por todo lo que me ha enseñado a través de su obra. Por toda la gente (maravillosa gente) a la que he conocido y conoceré gracias a su obra. Por hacerme vivir, sentir, soñar y consolarme con su obra. Por todos los buenos momentos que me ha dado. Por todos los malos momentos en que me ha acompañado. Por eso, hoy, brindo por él.
¡POR EL PROFESOR Y LOS AMIGOS HALLADOS!
Y, como pequeño homenaje, algunos textos ...

"... Lágrimas innumerables derramaréis; y lo Valar cercarán Valinor contra vosotros, y os dejarán fuera, de modo que ni siquiera el eco de vuestro lamento pasará por sobre las montañas. Sobre la Casa de Fëanor la cólera de los Valar cae desde el Occidente hasta el extremo Oriente, y sobre todos los que los sigan caerá del mismo modo. El juramento los impulsará, pero también lo traicionarám y aún llegarán a arrebatarles los mismos tesoros que han jurado perseguir. A mal fin llegará todo lo que empiecen bien; y esto acontecerá por la traición del hermano al hermano, y por el temor a la traición. Serán para siempre los Desposeídos.
Habéis vertido la sangre de vuestros parientes con injusticia y habéis manchado la tierra de Aman. Por la sangre devolveréis sangre y más allá de Aman moraréis a la sombra de la Muerte. Porque aunque Eru os destinó a no morir en Ëa, y ninguna enfermedad puede alcanzaros, podéis ser asesinados, y asesinados seréis: por espada y por tormento y por dolor; y vuestro espíritu sin morada se presentará entonces ante Mandos. Allí moraréis durante un tiempo muy largo, y añoraréis vuestro cuerpo, y encontraréis escasa piedad, aunque todos los que habéis asesinado rueguen por vosotros. Y a aquellos que resistan en la Tierra Media y no comparezcan ante Mandos, el mundo los fatigará como si los agobiara un gran peso, y serán como sombras de arrepentimiento antes que aparezca la raza más joven. Los Valar han hablado." (Maldición de Mandos, El Silmarillion).

Three Rings for the Elven Kings under the sky.
Seven for the Dwarf Lords in their halls of stone.
Nine for mortal Men, doomed to die.
One for the Dark Lord on his dark throne
In the land of Mordor, where the shadows lie.
One Ring to rule them all. One Ring to find them,
One Ring to bring them all and in darkness bind them
In the land of Mordor, where the shadows lie.
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Tres Anillos para los Reyes Elfos bajo el cielo.
Siete para los Señores Enanos en casas de piedra.
Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir.
Uno para el Señor Oscuro, sobre el trono oscuro
en la Tierra de Mordor donde se extienden las sombras.
Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos,
Un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas
en la Tierra de Mordor donde se extienden las sombras.
(Poema del Anillo, El Señor de los Anillos)

... Allí estaba el dragón, tumbado, atravesado sobre un seto destrozado, y con la horrible cabeza en medio del sendero. <<¡Socorro!>>, gritó Garm, y dio un bote. La yegua se sentó súbitamente sobre las ancas y Egidio el granjero salió lanzado de espaldas a la cuneta. Cuando levantó la cabeza, allí estab el dragón, completamente despierto, mirándolo.
''Buenos días", dijo el dragón. "Parecéis sorprendido."
"Buenos días", dijo Egidio. "Lo estoy."
"Perdonad", dijo el dragón. Había alargado una suspicaz oreja cuando captó el tintineo de las anillas al caer Egidio. "Perdonad mi pregunta, pero ¿me buscábais a mí, por casualidad?"
"Ni mucho menos. ¡Quién iba a pensar en encontraros aquí!", replicó el granjero. "Sólo había salido a dar una vuelta."
Se arrastró a toda prisa fuera de la cuneta y se acercó a la yegua torda, que ya se encontraba sobre sus cuatro patas y mordisqueaba algunos yerbajos a la orilla del camino, aparentando una total indiferencia.
"Entonces ha sido una suerte que nos hayamos encontrado", dijo el dragón. "Es un placer. Ropas de fiesta, supongo. ¿La última moda, quizá?" Egidio había perdido su sombrero de fieltro y la capa gris aparecía abierta; pero él la mostró con orgullo.
"Sí", dijo. "El último grito; pero voy a buscar al perro. Andará tras los conejos, casi seguro".
"Lo dudo", dijo Crisófilax relamiéndose los labios (señal en él de regodeo). "Creo que llegará acasa bastante antes que vos. Pero, por favor, proseguid vuestro viaje, maese ... veamos ..., me parece que no conozco vuestro nombre."
"Ni yo el vuestro", dijo Egidio. "Lo dejaremos así."
(Encuentro de Egidio y Crisófilax, Egidio, el granjero de Ham)

Me he excedido en la longitud del post, lo sé ... disculpadme por ello. Pero es el único homenaje que puedo darle al Profesor.

1 comentario:

Cebadilla dijo...

un gran homenaje el tuyo, que mejor manera de honrarlo que leyendo su obra imperecedera....