martes, 22 de enero de 2008

La (mala) educación

Esta mañana he podido sufrir en mis (febriles, resfriadas y congestionadas) carnes, lo que suele conocerse como persona maleducada. Las personas maleducadas en el mundo abundan sobremanera, no es algo de lo que deba sorprenderme a estas alturas de la vida, lo que sí me sorprende es que algunas de estas personas con nula educación, se dediquen precisamente a eso, a la enseñanza, a educar a otras personas. ¿Cómo es posible pretender que alguien que no tiene un mínimo de educación y respeto al otro pretenda inculcarlos en los demás?

Suele decirse que la mujer del cesar no sólo tiene que ser honesta, sino que además debe parecerlo. Pues en educación sucede lo mismo. Para educar, es imprescindible que haya una sintonía total y absoluta entre lo que uno siente, cree o valora y lo que enseña. Porque si esta sintonía no existe, entonces estamos mintiendo a nuestros alumnos. Y ellos no son estúpidos y se darán cuenta rápidamente de que les estamos mintiendo. Y entonces, ¿cómo vamos a pretender que ellos adquieran e interioricen algo que les estamos enseñando, si saben que en el fondo no es bueno o válido porque nosotros no nos lo creemos? ¿Cómo les vamos a enseñar las bondades de algo si nosotros mismos no nos las creemos? ¿Cómo les vamos a convencer de que tal o cual valor es importante si nosotros no creemos en él, si no lo aplicamos? ¿Nos comeríamos acaso nosotros algo, por muy rico que nos dijeran que está, si la persona que nos lo está diciendo pone cara de asco mientras lo degusta? No, ¿verdad?

Para convencer a alguien de algo, de lo que sea, primeramente tenemos que creer en ello. Creer firmemente en ello. Porque sólo cuando se cree firmemente en algo, puede defenderse esa postura, no sólo con la cabeza, sino también con el corazón. Y eso nos hace auténticos. Y el ser auténticoS y coherenteS en nuestras ideas y nuestros actos de cara al alumnado, es lo que hace que ellos vean las bondades de aquello que pretendemos que adquieran, y sólo así lograremos nuestro objetivo, esa transferencia de valores, o de conocimientos, o de lo que sea.

Solamente siendo respetuoso puede enseñarse el valor del respeto. Sólo siendo solidario se puede enseñar el valor de la solidaridad. Sólo trabajando con tesón se les puede enseñar el valor del trabajo. O la constancia. O el esfuerzo. O lo que sea.

Por eso me sigue sorprendiendo encontrar a gente con determinados comportamientos dedicándose a la enseñanza. Y aún más en la enseñanza universitaria. Quizá sea que la mujer en cuestión empezó mal el día, se levantó con el pie izquierdo o simplemente le tocó el día tonto. Pero eso no es justificación para la forma maleducada que ha tenido de tratarnos a mi grupo de trabajo y a mí durante la exposición de nuestro proyecto. Vale que no fuera exactamente lo que ella quería (quizá si nos hubiese explicado qué era lo que quería [o simplemente que hubiese explicado, a todos los grupos en general], o nos hubiese hecho caso cuando le consultamos en lugar de ignorarnos, lo hubiera sido), e incluso pase el que quizá explicar el proyecto en sí pudiera resultar algo denso (y eso que no excedimos la media hora, al igual que el resto de grupos), pero de ahí a ridiculizarnos delante de todos los demás compañeros, sacarle punta y ponerle pegas a todo lo que decíamos, bostezar, mirar el reloj cada cinco minutos, dedicarse a comprobar sus extractos bancarios y sus billetes de avión, y pasar las hojas del cuaderno de notas de un lado a otro como si fuese un péndulo sin prestarnos la más mínima atención ... Me parece de una falta de respeto total y absoluta y demuestra tener muy poca educación y menos consideración a un grupo de alumnas que se han esforzado por sacar adelante un trabajo complicado, y al que le hemos dedicado tiempo y esfuerzo.

Pero qué le vamos a hacer, el mundo está lleno de gente así, aunque sigue sin caberme en la cabeza que se dediquen a ésto. Al menos ha tenido la decencia y la delicadeza de permitirnos rehacer el trabajo de nuevo, que algo es algo. Tendremos que pasar otra vez por lo mismo, añadiéndole los desvelos propios de tener que hacerlo en época de exámenes pero menos da una piedra. Ya veremos cómo acaba ...

Silmaril, aún dolida y cabreada

3 comentarios:

Miss Needles dijo...

La próxima vez avisa, y te mando a mi ejercito XD...

Rittmann dijo...

Son esta la clase de profesores que más me motivaban para aprobar una asignatura... El mejor modo de no volverlos a ver jamás.

Aún conservó por algún rincón de mi memoria los nombres de muchos Grandes Inútiles de la enseñanza con los que me topé en mi carrera.

Silmaril dijo...

Precisamente eso es lo que más me cabrea, la gran cantidad de Grandes Inútiles de la enseñanza que existen, tanto en enseñanzas básicas y medias como en universitarias. Y me cabrea aún más que en mi facultad, ¡la Facultad de Educación, por Eru!, donde se "supone" que las nuevas generaciones de educadores nos estamos formando, el porcentaje de Grandes Inútiles debe ser el más alto de todas las facultades ... ¿Cómo coño vamos a cambiar las cosas así? Quizá mi problema es que sigo siendo una idealista ... a pesar de todo.