martes, 11 de diciembre de 2007

Consecuencias del frío

Llega el invierno y, con él, los refriados, catarros, gripes y virus varios que andan pululando alegremente por ahí, a la caza y captura de nuevas víctimas a las que esclavizar y de las que alimentarse durante unos días para, después, lanzarse a la búsqueda de otras. Este año me ha tocado a mí, después de varios años sin tener que hacer ninguna visita al médico por estas cuestiones.

Empecé a sentirme mal el domingo por la noche, mientras compraba unas hamburguesas para cenar en una conocida cadena de comida rápida cercana a mi casa. Mientras me preparaban el pedido, empecé a sentirme mal, realmente mal; tanto fue así, que tuve que decirle a la chica que esperaba pacientemente detrás mío que me iba a sentar porque me estaba mareando. Y menos mal que lo hice, porque de lo contrario hubiera acabado en el suelo (y no anduve muy lejos de ello). Menos mal que me conozco lo suficientemente bien como para saber reconocer en mí los síntomas de éstos bajones (han sido demasiadas veces las que los he sufrido) y que me dé algo de tiempo a actuar antes de desplomarme. Así que en cuanto noté los sofocos, la hiperventilación, la riladera de piernas y la visión doble, decidí ir a sentarme por lo que pudiera pasar. Y bueno, una vez sentada, contraataqué a mi bajón como me enseñaron los de protección civil la última vez que me pasó: bebí agua en pequeños sorbos y empecé a controlar mi respiración, respirando profundamente hasta que recuperó su ritmo normal. Y a continuación, llamé a casa para que alguien viniera a buscarme, porque seguía mareándome y no me atrevía a volver sola. Así que vinieron a por mí mi padre y mi hermano. Y cuando llegué la cosa seguía más o menos igual: mareos, mucho calor, luego mucho frío, pocas ganas de comer, ... Así que me acosté más bien pronto, a ver si se me pasaba.

Pero no se me pasó del todo. Ayer cuando me fui a levantar para ir a clase, tuve que volver a acostarme, porque seguía mareándome, además de tener un dolor de estómago espantoso, una migraña horrible y unas náuseas espeluznantes. Como consecuencia no fui a clase y tuve que llamar a mi jefa para decirle que me había puesto mala y que no podía ir al trabajo, para que buscara a alguien que me sustituyera (cosa que estaba complicada, porque otra de las compañeras estaba con gastroenteritis). Así que por la tarde me bajé al médico de urgencias del centro de salud (porque según están las cosas, si llamo para pedir cita me dan para dentro de dos o tres días). Y después de hora y media allí (porque la mujer llevaba una hora de retraso con los pacientes citados) me llegó mi turno. Después de una exploración bastante amplia (no se dejó nada la doctora) llegó el diagnóstico: estoy incubando una gastroenteritis. Resultado: ayer y hoy de baja, dieta astringente, nada de leche (¡nada! ¿por qué a mí?) y paracetamol para la fiebre. Y ahí voy.

Hoy me encuentro mejor, aunque lo de las náuseas sigue aún ahí, pero al menos ya no me mareo.

Si alguno de los que os pasais por aquí estáis enfermos, cuidaos mucho y recuperaos pronto.

3 comentarios:

Rittmann dijo...

¡Ánimo! Piensa que si la pasas ahora, no la tendrás en Navidad ni en fin de año.

Silmaril dijo...

¡Tienes más razón que un santo! Por suerte para mí, no ha llegado a ser gatroenteritis fuerte ... me quedé en el inicio. Pero mira, así me lo quito de en medio jeje.
Gracias por los ánimos
Un beso
Silmaril

Cebadilla dijo...

buah, yo tambien estoy estos dias malillo, pero no tanto, por eso. Parece que mis anticuerpos estan hipermusculados :) Venga, a cuidarse mucho!